CRÍTICA DIARIO LA PRENSA

"LA CURVA DE LA FELICIDAD" ES UNA ENTRETENIDA COMEDIA SOBRE LA CRISIS DE LOS CUARENTA AÑOS Cuatro historias de hombres solos Ficha técnica:La curva de la felicidad. Autores: Eduardo Galán y Pedro Gómez. Adaptación: Carlos La Rosa. Dirección: Carlos Evaristo. Escenografía: Alejandra Villar. Iluminación y sonido: Nicolás Chama. Intérpretes: Adrián Yospe, Alejo García Pintos, Miguel Habud, Carlos Nieto, Belén Rodríguez. En el teatro Premier. Merced a una coproducción entre España y la Argentina llega a Buenos Aires esta obra cuyo rotundo suceso en la Península ameritaba una versión local. Podría decirse que "La curva de la felicidad" es la contrapartida a esa serie de piezas que, hace unos años, se ocuparon de analizar la problemática femenina segmentándola por décadas. No son éstas las "Confesiones de mujeres de treinta" ni "Nosotras que nos queremos tanto", que ponía la lupa sobre las relaciones a los cuarenta. Se trata, en cambio, de una radiografía de prototipos masculinos que, pisando las cuatro décadas, se descubren dueños de una larga experiencia de vida, madurez que no basta -sin embargo- para levantar su autoestima y apaciguar la soledad en la que viven a causa de sendas crisis conyugales.Joaquín "Nino" Rosales (Adrián Yospe) es un guionista sin brillo, perdedor nato, algo cursi e hipocondríaco, al que los acontecimientos han dejado sin capacidad de reacción. Después de diez años de convivencia, apenas doce minutos le insumió a su esposa Carmen explicarle que se marchaba detrás de un galancito de telenovela. Solo y desahuciado, se ve obligado a vender el departamento marital, en el que aún vive, y recibe a tres candidatos a quedarse con el último vestigio de lo que creyó un vínculo indisoluble.El primero en llegar es Javier Laprida (Miguel Habud), el fletero que manda Carmen para retirar sus trastos. Se trata de un canchero de siete suelas, otrora abogado, que gracias a un buen pasar económico se decide por la libertad que le brindan el camión y los incesantes viajes a través de la ciudad. Autoproclamado ""experto en minas"", está casado pero enseguida queda prendado del inmueble, al que imagina ideal para sus encuentros furtivos con señoritas.SIEMPRE MUJERESFernando Soria (Carlos Nieto) es el reciente ex marido de Julia, la analista de Carmen. Llega al departamento recomendado por ésta, a quien le urge cobrar el dinero de la venta para olvidar definitivamente a Nino. Soria es un atildado parapsicólogo y su extraña metodología de trabajo será puesta a prueba para ayudar al dueño de casa a superar la debacle emocional en que se encuentra sumido.Por último, Manuel A. Pedraza (Alejo García Pintos), amigo de Nino de toda la vida, es su productor televisivo y un donjuán en retirada, que evidentemente alardea de lo que carece.Sobre estos cuatro pilares se levanta esta simpática comedia en la que las mujeres -aun en ausencia- son el centro de las más agudas disquisiciones. El amor, el sexo, el dinero y el trabajo, la experiencia ganada y el cabello perdido, la manipulación, las inseguridades, los miedos y los celos: no hay tópico que quede sin abordar, siempre en un tono liviano pero no en sorna sino apelando a planteos de todos los días, que en un giro repentino llaman a la reflexión tanto como mueven a risa. BUENAS ACTUACIONES Yospe construye a su Nino con genuinos recursos actorales, convirtiéndolo en un ser patético por momentos, y en otros adorable y digno de mejor suerte. Los hombres que transitan o se acercan a las cuatro décadas seguramente se verán reflejados en él en algún tramo de la obra.También García Pintos y Charly Nieto cumplen actuaciones destacables. El director Carlos Evaristo consiguió extraer lo mejor de su talento y ponerlo al servicio de personajes disímiles pero con una misma carga de frustración, necesidad de afecto y deseos de superación.En cambio, Habud la juega de superado en un papel colmado de tics que, aunque risueños en un comienzo, terminan aburriendo y desentonan con el carácter general de la puesta. De cualquier modo, esta cuarta columna termina por apuntalar una pieza ideal para distenderse un buen rato y, por qué no, salir pensando. Daniel E. Sousa